Schoenstatt y la Política

En Schoenstatt existe una gran valoración del consenso y entre sus miembros un alto grado del mismo. Sea por razones doctrinales, de origen socio-económico, factores culturales o religiosos u otros, la tendencia es a un gran consenso y a un cierto temor a las diferencias, las discrepancias, la visiones diferentes que pueden abrir las puertas al conflicto. Por eso, al parecer, como la política tiende a ser más espacio y expresión del conflicto que del consenso, en Schoenstatt se evita el tema político y, salvo excepciones, se opta por no participar en sus niveles de mayor intensidad.  

| Patricio Chaparro Patricio Chaparro

En general puede señalarse que en Schoenstatt no existe mucho interés ni participación activa en política, en sus niveles más intensos y exigentes.

En esta columna me propongo señalar algunos factores para intercambiar ideas acerca de por qué Schoenstatt parece tan lejano a la política, no solamente en cuanto materia de reflexión sino también como una vocación a la participación en asuntos públicos.

En esta ocasión no plantearé el tema –al menos no principalmente- desde una visión ética sino desde una mirada distinta, directa, empírica, según mi experiencia y reflexión, que puede ser congruente o discrepante con aquella de los lectores de SchVivo.

La política, como actividad de interrelación humana organizada en torno al poder, puede ser caracterizada por procesos de consenso y conflicto.

Consenso y Conflicto

Consenso en cuanto quienes participan en ella concuerdan en las reglas para el acceso y ejercicio del poder, los medios aceptables para hacer política, los contenidos específicos de las decisiones de políticas públicas que se adoptan, por ejemplo. Conflicto en cuanto los participantes discrepan respecto de tales aspectos, lo que puede llevar a enfrentamientos, que incluso pueden ser no precisamente pacíficos.

La política en América Latina en general, y la chilena en particular, se caracteriza más por el conflicto que por el consenso. Expresado sucintamente, existe mucho conflicto y poco consenso.

En ocasiones, cada cierto tiempo, el conflicto ha llevado a violencia extendida en la sociedad, entre grupos organizados políticamente y que se enfrentan utilizando todos los medios o recursos políticos, incluyendo la violencia física.

Por cierto, también existen períodos en que puede predominar el consenso, la capacidad de entenderse, definir de común acuerdo las reglas políticas, los problemas que enfrenta la sociedad y concordar en ciertas medidas específicas para tratar de resolverlos.

En Schoenstatt existe una gran valoración del consenso y entre sus miembros un alto grado del mismo. Sea por razones doctrinales, de origen socio-económico, factores culturales o religiosos u otros, la tendencia es a un gran consenso y a un cierto temor a las diferencias, las discrepancias, la visiones diferentes que pueden abrir las puertas al conflicto.

Por eso, al parecer, como la política tiende a ser más espacio y expresión del conflicto que del consenso, en Schoenstatt se evita el tema político y salvo excepciones -Paraguay pareciera ser una de ellas-, se opta por no participar en sus niveles de mayor intensidad.

Actividad Heterogénea y Compleja

De otro lado, la política en nuestros países es heterogénea y compleja, no homogénea y simple.

Existen muchos actores individuales -liderazgos más o menos carismáticos- e innumerables grupos sociales y políticos organizados, sean partidos políticos, grupos de interés, grupos sindicales, empresariales, organizaciones comunicacionales, grupos ciudadanos, etcétera. El alto grado de organización va asimismo acompañado por el hecho que en al interior de todos los grupos aludidos existen diferencias, conflictos de liderazgos, intereses y visiones diferentes o con matices de diferencia.

La gran cantidad de actores, las diferencias entre ellos y al interior de ellos, las diversas visiones ideológicas y de intereses que sustentan y promueven, la tendencia a estimar como válidos todos los recursos políticos, incluyendo la violencia física, hacen muy complicada la vida política –en buena parte de nuestros países se trata en realidad de un área altamente peligrosa- y muy difícil su intelección y una participación activa y comprometida en ella.

A ello habría que agregar las complejidades de las estructuras jurídico-institucionales, de las reglas formales y, más aún, de las informales, relativas a la vida de interrelación política, que tienden a ser conocidas solamente entre quiénes participan muy activamente en ella.

En Schoenstatt se está acostumbrado a una cierta homogeneidad y sencillez, en el sentido que las materias que se abordan, las organizaciones formales, los valores, son básicamente conocidos y compartidos.

Así, el espíritu que tiende a ser valorado y que mayormente reina es uno de unidad, colaboración, sencillez, armonía. Nada más distante de la política real, la del día a día, y, por ende, la tendencia a evitarla.

Por otra parte, la política es una dimensión crucial, muy importante de la vida en sociedad. En el juego de la política se definen aspectos claves de nuestras vidas, en muchos aspectos, tales como el familiar, laboral, de salud, educación, etcétera.

Ello es así puesto que en la política se adoptan, especialmente en los ámbitos ejecutivo y legislativo, decisiones vinculantes u obligatorias que definen nuestros derechos y obligaciones y que impactan nuestras vidas diarias, y las de nuestras familias.

En Schoenstatt ha tomado mucho tiempo percibir esa crucialidad de la política. Más bien interesan las personas, los matrimonios, las familias, Schoenstatt mismo, la Iglesia y, más recientemente, la educación.

De otro lado, entre nosotros la política es más partidista que ciudadana. Ello en el sentido que la política ocurre al interior y entre partidos y grupos políticos organizados, con liderazgos, militantes, reuniones partidarias, selección de candidatos a cargos políticos, ideologías, intereses, etcétera.

A su vez, los grupos y partidos tienden a sustentar ideologías, con sus principios, intereses, valores, actitudes, preferencias y opiniones, que los diferencian a unos de otros y que permiten con mucha certeza definir a qué partido e ideología pertenecen los ciudadanos.

En Schoenstatt se percibe a los grupos y partidos políticos como entes divisivos, que desunen, que introducen el signo tan temido de la división y no el de la hermandad, la unidad, la buena voluntad entre sus miembros.

Por ende, se trata de una materia que hay que evitar, aunque de todas maneras esté allí y reconozcamos las preferencias políticas partidarias e ideológicas de los otros, pero no se esté dispuesto a expresarlas, contrastarlas, discutirlas abiertamente si es preciso.

Mujer y Política

Debe considerarse también que la política ha sido, y en buena medida todavía es, un área de actividad de los hombres, no de las mujeres. Solamente en tiempos recientes la mujer ha comenzado a participar más activamente en los partidos y en la política, como dirigentes, proveyendo liderazgo, pensamiento y actividad más intensa en el campo político; sin embargo, puede decirse que en nuestros países la política sigue siendo una actividad preferencialmente – más no exclusivamente- de los varones.

En Schoenstatt la presencia, rol e importancia de la mujer ha sido y es crucial. Asimismo, se puede argumentar que por perfil socio-económico y cultural la tendencia predominante de las mujeres en Schoenstatt ha sido aquella mujer que, tradicionalmente, está más dedicada al hogar, a los hijos y al cónyuge, que a otros campos como el profesional o el político.

Queda así planteado entonces un conjunto abigarrado de razones que pueden explicar la tendencia de Schoenstatt a no involucrarse en política.

Todo ello sin la más mínima intención de juzgar a quiénes entre los lectores de SchVivo no tienen vocación a la actividad política; pero sin dejar de apreciar la gran importancia de esta actividad humana y a quiénes tienen tan difícil, compleja y noble vocación.

 

Comentarios
Los comentarios de esta noticia se encuentran cerrados desde el a las hrs