15 documentos

Solidaridad de Destinos

Textos del P. José Kentenich que dan cuenta de lo que él llama "solidaridad de destinos".

P. José Kentenich

(Textos puestos a disposición por Editorial Nueva Patris)

ÍNDICE

Texto I: ACTA DE PREFUNDACION (27.12.1912)
Texto II: Plática con ocasión de las bodas de plata sacerdotales (15.8.1935) CARTAS DEL CARMELO
Texto III: Carta a comienzos de diciembre de 1941
Texto IV: Carta del 24.12.1941
Texto V: Carta de Navidad 1941
Texto VI: Carta del 9.2.1942
CARTAS DESDE NUEVA HELVECIA (URUGUAY)
Texto VII: Carta de agosto de 1947
Texto VIII: Carta del 27.12.1948
Texto IX: Texto de la época posterior a Dachau
Texto X: Plática en el santuario de Bellavista (31.5.1949)
Texto XI: Jornada de Octubre de 1950
Texto XII: Crónica de 1955
Texto XIII: Carta del 17.1.1955
Texto XIV: De una plática del año 1963
Texto XV: Alocución durante el almuerzo (Roma, 16.11.1965)

Presentación

Uno de los aspectos más característicos de Schoenstatt y que más suele llamar la atención a quienes toman contacto por primera vez con él, es la fuerte vinculación de los miembros del Movimiento con su fundador, el Padre Kentenich. Sin embargo, si se tiene en cuenta el proceso que entraña la fundación de una obra, esa relación resulta de algún modo natural. Como puede comprobarse en innumerables comunidades a lo largo de la historia de la Iglesia, el proceso fundacional crea un estrecho vínculo paterno-filial. En el caso de Schoenstatt lo más novedoso no es tanto la intensidad afectiva de ese vínculo, sino el tipo de relación que se gestó entre los miembros del Movimiento y el fundador, como "cabeza" o autoridad máxima del mismo. El modo en que el Padre Kentenich ejerció su autoridad de fundador originó una singular comunión. Sin duda que el Padre Kentenich se adelantó a lo que hoy, después del Concilio Vaticano II, es una meta consciente y clara para toda la Iglesia: ser signo e instrumento de unidad y comunión entre los hombres. La Iglesia-Comunión fue una vivencia central durante el período de fundación de Schoenstatt. Permanece, por lo mismo, como tarea determinante para su futuro.

El nervio vital de esta vivencia de comunión y mutua solidaridad lo constituye, como lo acabamos de indicar, el modo en que el Padre Kentenich ejerció su paternidad. Los primeros documentos del Movimiento ya lo testifican. Por ejemplo, en el Acta de Prefundación del 27 de octubre de 1912, dice a los jóvenes: "Queremos crear una organización. Nosotros, no yo. Porque en este sentido no haré nada, absolutamente nada, sin el pleno consentimiento de ustedes" (Doc. de Sch. n. 21). Esta afirmación revela un modo de proceder extraordinariamente novedoso para su tiempo, pero también tremendamente actual. El Padre Kentenich concibe la autoridad no sólo como un servicio a los suyos. El muestra, además, una clara voluntad participativa: quiere que los miembros de su comunidad se sepan y se sientan co-gestores en una obra que es común. No los toma en cuenta por simples motivos tácticos, sino porque Dios le manifiesta su voluntad a través de ellos y porque se los ha dado como co-fundadores. Por otra parte, una y otra vez destaca cómo él personamente se sabe enriquecido con su aporte: "Ustedes pueden decirse a sí mismos, todos ustedes, los que me han requerido -ya sea abierta, ya calladamente- todos pueden decirse: sin mí, él no habría llegado a ser personalmente lo que es hoy día" (15.8.35).

El resultado fue una "entrañable solidaridad y entrelazamiento de destinos", una profunda comunión de vida y de destino entre el Padre Kentenich y la Familia. Fueron múltiples sus expresiones a lo largo de la historia de Schoenstatt: el "Jardín de María", los "actos de séquito", la "incorporación y asemejamiento" al fundador, la "corriente del Padre" etc. Fue esto lo que animó a la Familia en su aspiración a la santidad, lo que afirmó su unidad y despertó en ella una gran responsabilidad por la misión común, infundiendo en sus filas un vigoroso espíritu apostólico. 

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